En la clausura del Congreso Mundial sobre Sistema Preventivo y derechos Humanos, celebrado el año 2009, el Rector Mayor, D. Pascual Chávez, dijo en las conclusiones: “La reactualización del Sistema Preventivo a la luz de los derechos de los menores en nuestra sociedad actual se convierte no sólo en opción prioritaria sino en auténtica clave hermenéutica para saber interpretar y re-inventar nuestras obras.”
Una vez más, vale la pena que, en este tiempo nuestro tan lleno de contradicciones y opacidades, sepamos enriquecer la praxis educativa con la aplicación de nuestro Sistema Preventivo. Esto supone responder a estos tres retos:
El primer reto del educador salesiano es la “construcción de la fraternidad”, “la vivencia de la bondad” en el marco de nuestras relaciones. Don Bosco promovió una “pedagogía del amor” que apuntaba a establecer una relación con los jóvenes basada en el creer en ellos. Toda la profundidad y contenido de la “amorevolezza” la hallamos en la preciosa carta de Roma de 1884, verdadera obra maestra de la pedagogía, que se puede resumir en el esquema: “Familiaridad – Afecto – Confianza”.
Nuestro segundo reto como educadores salesianos sólo puede ser el de una apasionada “construcción del pensamiento” en la constante “búsqueda de la verdad”. Acompañar a los jóvenes en sus opciones de vida –en su libertad- a la luz de la verdad, porque el educador es un testigo de la verdad y del bien; ciertamente, también él es frágil y puede tener fallos, pero siempre tratará de ponerse de nuevo en sintonía con su misión. Tenemos que iluminar sus mentes sobre la roca firme de los valores fundamentales.
El tercer reto de educadores salesianos no puede ser otro que el de la “apertura a la contemplación”, para que, desde ella, podamos conducir a los grandes horizontes de sentido. En medio de los ruidos que pueblan nuestras ciudades, pueblos y familias; en medio de las prisas en las que sin querer nos vemos sumergidos; en medio de la gran distracción que a todos nos engulle y que nos mantiene superficiales en todo…, es necesario que nosotros, educadores salesianos, nos comprometamos en una seria pedagogía preventiva del silencio, lo que significa que debemos acompañar a padres e hijos a una verdadera educación gradual de la interioridad.
El silencio y la interioridad son la puerta de entrada a la contemplación y el misterio. El silencio y la interioridad son los únicos que permiten el diálogo con lo más profundo de nuestro ser, que permiten la espiritualidad, hoy tan ansiada por tantos. Necesitamos urgentemente educarnos en el silencio: silencio de admiración, silencio del corazón, silencio del dolor, silencio de amor y silencio de Dios. La religión del Sistema Preventivo de Don Bosco es todo un camino de espiritualidad que conduce a Dios, Padre de Jesucristo y Padre nuestro, fuente de nuestra esperanza y fundamento de nuestra libertad.
Ángel Astorgano, Coordinador Nacional de Escuelas Salesianas.