Una escuela que integra y se integra en la comunidad eclesial
En el pasado mes de diciembre se celebró en El Escorial el Congreso de Parroquias Salesianas “Parroquia Salesianas siglo XXI”. En sus conclusiones se define como “una parroquia que está cerca de la gente, que sea ámbito de comunión y participación… una parroquia en salida… en conversión misionera… que acoge y escucha a los jóvenes… […]

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26 febrero, 2018

En el pasado mes de diciembre se celebró en El Escorial el Congreso de Parroquias Salesianas “Parroquia Salesianas siglo XXI”. En sus conclusiones se define como “una parroquia que está cerca de la gente, que sea ámbito de comunión y participación… una parroquia en salida… en conversión misionera… que acoge y escucha a los jóvenes… que es casa de misericordia…”.

Cada escuela salesiana pertenece a una parroquia propia o diocesana. Y en esa comunidad eclesial debe desarrollar su proceso de educación y maduración en la fe comunitaria.

Por ello difícilmente podremos hablar de una escuela salesiana si se mantiene aislada de la comunidad parroquial. No es fácil entender determinados celos o pequeñas querellas entre sectores que afirman servir al mismo Señor y a la misma Iglesia.

Parece claro, que la aceptación vital del mensaje cristiano, así como su maduración progresiva, se han de llevar a cabo en una comunidad que viva la fe en un espacio más amplio que el de la escuela y durante un tiempo que no quede reducido al período de escolarización. Este espacio es la comunidad eclesial local: la parroquia. Sin embargo, ¿hay algún obstáculo para que la escuela con sus educandos se sienta “perteneciente” a la parroquia y ésta considere la escuela como parte de esa comunidad en la que el niño realiza la maduración de la fe? A veces sorprende el empeño que muchas escuelas ponen en proporcionar a sus alumnos las experiencias precisas para facilitarles el tránsito a la vida activa profesional, mientras que es escaso o nulo el cuidado que prestan a ayudarlos a integrarse en la vida eclesial. Del mismo modo, no es fácil comprender que, en muchas ocasiones, las parroquias pretendan llevar a cabo múltiples actividades destinadas a atraer a niños o adolescentes que naturalmente se sienten más vinculados al grupo de pertenencia y de referencia de la escuela, la cual, a su vez, está incardinada en esa parroquia.

En esta misma línea de reflexión sería quizá conveniente interrogarse acerca del efecto que puede producir a muchos educandos, llamados a sentirse miembros de una Iglesia universal, el hecho de percibir en sus centros educativos determinados antagonismos respecto a otras instituciones, grupos, comunidades, etc., y para quienes las diferencias son siempre motivo de competencia, cuando no de descalificación. Afortunadamente, estamos viendo que, en muchos casos, se está haciendo de la necesidad virtud, y son cada vez más frecuentes las escuelas que se ponen en red con escuelas de otras instituciones para garantizar la presencia y la calidad de la escuela católica, a pesar de las dificultades que ello pueda entrañar en determinadas circunstancias.

No podemos obviar este reto para nuestra escuela, abrirse al espacio más amplio de la comunidad eclesial compartiendo con otras instituciones la misión de la educación integral.

Ángel Astorgano

Coordinador Nacional de Escuelas Salesianas

http://boletin-salesiano.com/?p=17733

 

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